junto al río Genil, impresionante.
La noche de San Marcos, un instante
con hoguera y demás naturaleza.
Año noventa y nueve. Con destino
a Playa del Inglés de Luna llena.
El Instituto Támara, la arena
fina en San Agustín, vaya un camino.
Fue un catorce de enero en Antequera,
del dos mil nada más entrar en clase,
me dijo el profesor: pase usted. Pase
el que me dio una joven a su vera.
Marchando hacia la costa en Tarragona,
concretamente a Salou, me di cuenta
de que nada se pierde si se intenta,
que solamente pierde el que abandona.
Dos mil uno de feria una sorpresa.
Realmente preciosa y seductora.
Femenina, elegante, encantadora.
Música para un baile de princesa.
Dos mil dos. Para mí solo se queda.
Como recuerdo aquel verano intenso
quemando combustible, estaba inmenso.
Mollina, Villanuevas y Alameda.
Dos mil tres. Equipaje hacia Marbella.
De nuevo la bendita costa y playa.
Más viejo cada vez y más canalla.
Pensaba cada día más en ella.
Dos mil cuatro. De vuelta de Jandía
me encontré con mi rubia peligrosa...
Presumida, simpática y preciosa.
Para mí como siempre un todavía.
En Cuevas Bajas, a 14 de Enero del 2014.
Por José Luis Guillén Lanzas.
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