La gata de Campillos es celosa,
con sus ojos azules no me mira;
disimula su enfado y ni respira,
volviéndose sumisa y rencorosa.
Carmen de blanco y negro va preciosa,
de mi lado enojada se retira;
bisbisando entre lágrimas suspira,
disimulando triste y dolorosa.
Mientras yo degustaba aquel helado,
Carmen con sus zarcillos de perlita,
me tuvo medio tonto y embobado.
Jamás he visto cara más bonita
y me tienes morena enamorado
porque tu corazón por mí palpita.
José Luis Guillén Lanzas, 2020-9-6
www.joseluisguillenlanzas.com
www.safecreative.org/work/2009065262406