De ser presume pura dinamita
esa morena de ojos negros. Cada
vez que la veo, guapa y delicada,
con su mirada a mí me resucita.
Inteligente, joven y bonita.
La he visto en su trabajo de pasada
y además de preciosa es educada.
Mi viejo corazón aún palpita.
De quemar combustible de regreso,
sentada con su gorro en el abrigo,
y a destacar quizás ningún suceso.
El bardo de las musas es testigo
de que aún no me ha puesto mote. Y eso
que me llaman el leches yo le digo.
José Luis Guillén Lanzas, 2020-12-30
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