Salvaje como un río, voluptuosa.
Morena, seductora y poderosa.
Llamarada de fuego incandescente.
Mujer tan encendida y sugerente,
desnuda y bronceada tan fogosa,
plenitud de la selva más hermosa,
como una ola de mar, sobresaliente.
Qué forma de sudar en movimiento,
de chocar piel con piel con alternancia,
de disfrutar a gusto del momento.
No he de perder por tanto la elegancia,
aunque era su trasero de cemento,
su delantera auténtica abundancia.
En Cuevas Bajas, a 21 de Abril del 2014.
Por José Luis Guillén Lanzas.
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