Ahora, que lo pienso lentamente,
ella, era solamente un monedero,
que jamás presumía de dinero,
es lo único que tiene de decente.
Cuando mi juventud era insolente,
cuando yo parecía un caballero;
alto, joven, guapísimo y soltero,
ella, no se mostraba indiferente.
Ahora, que ya nadie la soporta,
acaso, casi nadie la recuerda,
quizás, a poca gente ya le importa.
Ella, tiró tan fuerte de la cuerda,
que cuando se rompió se quedó absorta,
y tuvo que probar su propia mierda.
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