Ese chorro de rizos me condena,
me encantan esos ojos verdes, guapa;
ahora que la vida se me escapa
no los he visto así de glaucos, nena.
Esa mata de pelo tan morena,
mientras La Húngara canta, a mí me atrapa.
Villanueva de Algaidas en el mapa,
durante el viernes noche de verbena.
Esta se sabe todo el repertorio,
que yo con su presencia me divierto,
e ignoro a las demás y su jolgorio.
Y por arte de magia me convierto
en el amor del verso, en el Tenorio,
que los ojos son siempre un libro abierto.
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