En Cuevas de San Marcos, de violeta
pinta sus labios y sus dos coquitos.
Tras uno de sus muslos infinitos
se tatúa la rosa más coqueta.
Una joven, risueña y pizpireta,
mientras sirve cubatas y chupitos,
con esos ojos negros tan bonitos,
que ahora mismo retrata aquí el poeta.
Disfrutando de toda su alegría
acabo de crear este soneto
que es fruto de mi eterna fantasía.
Si presumo de ser analfabeto,
nena, es porque no sabes todavía,
que al domar soy genial el alfabeto.
www.joseluisguillenlanzas.com
www.safecreative.org/work/
2308215109043