Non fablaré del dueño del cortijo,
ni los quita vergüenzas de las Cortes,
las leyes y sus públicos resortes
ni de ningún monarca, padre o pijo.
Condenados bajo el crucifijo
del santo tribunal por sus reportes
al ser raperos pobres sin consortes
y no tener mecenas ni cobijo.
Por eso mis queridos Pedro y Pablo
el imperio me toca los cupones
aunque sea el gañán de vuestro establo.
Un país de ducados y doblones
donde -el dinero compra a dios y al diablo-
solo los ricos tienen opiniones.
José Luis Guillén Lanzas, 2020-08-09
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