Valido y conde-duque de Olivares
que encerraste a Francisco de Quevedo
porque no se calló ni tuvo miedo
de tus corruptos juegos malabares.
Malditas sean guerras y pesares
como siempre será maldito el dedo
de quien lo reconocen por un pedo
que tiñe de cojera sus andares.
Compraste un predio lleno de tocino
para tener a Góngora y Argote
por huésped y expulsarlo de inquilino.
Acabaste quizás como el Quijote
encarcelado y sin probar el vino
ni utilizar la espada ni el cipote.
José Luis Guillén Lanzas, 2020-08-25
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