Ahora sé que lentamente me hago
cada día que pasa un diablo viejo,
mitad de crápula y mitad pendejo
cuando divago en mi diván de vago.
Duro como en la tierra el aramago,
no habrá pellejo como mi pellejo;
ni me gusta quejarme ni me quejo,
que las deudas las cobro en cuanto pago.
Si tuve alguna vez un mal de amores,
y perdí la cabeza como un loco,
dejándome llevar por sus temores.
A las musas de la Hélade convoco
para que no me guarden más rencores
y me den su cariño poco a poco.
José Luis Guillén Lanzas, 2 Noviembre 2015.
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