Rubia con sus ojos color de miel,
demasiado preciosa y delicada;
que levemente casi ensortijada
confunde su melena con su piel.
Se rasga bailando como el papel
su cintura menuda y tan delgada;
observando mirada tras mirada
el rojo de su boca de clavel.
Con mis brazos atento la rodeo,
su cuerpo se desata incandescente,
cuando sale a la calle de paseo.
El movimiento más intrascendente
descubre su figura ante el deseo
con la belleza de lo sugerente.
José Luis Guillén Lanzas, 8 Enero 2016
Incluido en:
Incluido en: