Al mediodía cuando me levanto
me miro legañoso en el espejo
y observo que gordísimo y tan viejo
me volví. Por favor, menudo espanto.
Despeinado y canoso es este canto
con casi los cuarenta no me quejo;
si de mis tiempos mozos ya me alejo
en esta senectud sin ser un santo.
Si con champú me lavo la cabeza
y con gel me enjabono los cojones
recupero de pronto mi belleza.
De mi chaqueta abrocho los botones
y con muchísima delicadeza
coloco mi bragueta en mis calzones.
José Luis Guillén Lanzas, 1 Marzo 2016
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