ALBORADA
Se descubre despacio tu mirada,
ávida de pasión y revoltosa;
realmente, caliente y decorosa,
en mis ojos se clava deseada.
Se dibuja desnuda y perfilada,
sorprendida de rojos y curiosa,
a menudo se muestra silenciosa,
la sonrisa que surge de pasada.
Cómo me gusta, incluso me seduce,
la bellísima brisa de tu cara,
caramelo brillante que reluce.
Desatada y morena, se prepara
a desnudar el gozo que produce
una luz de alborada, pura y clara.[1]
[1]José Luis Guillén Lanzas, 3 Noviembre 2010.
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